jueves, 22 de julio de 2010

Hasta la mismísima... ¡IMPRESORA!

Ahora es cuando casi rezo, sí, aunque no sea del todo creyente, pero suplico al cielo que en un futuro no tenga un trabajo de secretario ni nada por el estilo. Bueno, tengo que admitir que si durante el curso hubiera cogido los apuntes de Historia cuando tocaba, no tendría que estar con estas; por no hablar de que si hubiera aprobado todas las evaluaciones, no tendría que estar pensando en vacaciones de verano en estas cosas.

Quizás aún no sepáis siquiera de lo que estoy hablando, veréis... tengo que hacer resúmenes de lo que me entra para el examen, serán un 25% de la nota de recuperación. La cuestión es que muchas de las preguntas que nos entran nos la dio por apuntes. ¿Que qué estaba haciendo yo en esos momentos de clase? Pues bien, imagino que estaría hablando, haciendo la tarea de otras asignaturas, dibujando o luchando contras el sueño. Sin lugar a duda lo más estimulante era el dibujar. Y hoy, con el calor que hacía, y después de pasar un rato "más que suficiente" delante del ordenador, como pensaría mi padre, y al no tener ganas de estudiar, ni de seguir haciendo resúmenes sin el material "adecuado", pensé que estaría bien escanear los apuntes de mi prima. Claro, desde su casa y con su escáner, que yo no tengo.

Debo admitir que eso de escanear tanta hojas seguidas resulta más que repetitivo. ¿Algo así harán los típicos secretarios? Porque de ser así ya tengo algo que comentar en el currículum. Pero vamos, que solo un día (el calor también se nota) y ya me he estresado... Pues "ni modo" me haría secretario, con permiso de mis amigos los latinos. Encima me ha estado "ayudando" mi prima pequeña, haciéndolo más ameno. Para ser sincero, hasta ahí iba bien; es cierto que cuando terminamos sentí un gran alivio, ¡al fin!, pensé. Pero no fue tan terrible. Se empezaron a pasar las imágenes, pero... ¿¡qué demonios!?, ¡cada hoja ocupaba 25 mb! Mi pendrive se quedó sin espacio, la operación se canceló, no había forma de que las imágenes se siguieran pasando.

Para mal de males, las pocas imágenes que tenía no eran de un tamaño "normal", demasiado grandes, como para que se puedan permitir acoplarse en mi portátil por tiempo ilimitado. Por no contar que no se completó la operación de que todas las imágenes se fusionaran en un solo archivo, a lo PDF. Es ahí cuando me atrevo a volver a escanear TODO desde un principio, eso si, ahora con un tipo de imagen comprimida.

Esta entrada en realidad está siendo escrita entre los cortos períodos de tiempo que dura la escaneación de una hoja. Así hoja tras hoja, hasta que termine. Eso sí, como me vuelva a pasar algo "extraño" al terminar de escanear todas, que ya me quedan pocas pero a sacrificio de no haber cenado aún y de no salir por ahí a dar una vuelta finalmente, me tiro por la ventana que tengo justo en frente.

Si de todo esto tuviera que sacar algo bueno sería que, como secretario de la fotocopiadora, voy cogiendo velocidad, y manejo. Y he de decir que, al tiempo que termino esta entrada, termino también de hacer las fotocopias.

Al fin podré comer en paz... E irme a mi casa. Espero. ¿Llegaré de un salto desde la ventana a mi casa? Siendo vecinos todo se puede.

Y ya que hablo de ventanas, permitid decir que...
Quiero cortar la cuerda que me amarra a la Tierra,
abrir las ventanas, extender mis alas.
Que el aire entre por la puerta, que rompa mis cadenas,
echar a volar, sin miedos, sin rumbo, a un nuevo mundo.

P.D.: Voy a poner un pendrive de más capacidad, que al parecer las imágenes van a volver a ocupar lo mismo.

¡Misión cumplida! Eso sí, haber si ahora consigo abrir este archivo "tiff".

viernes, 9 de julio de 2010

Tiempo vacío

El tiempo pasa... y nosotros seguimos ahí, aparentemente quietos. Miramos a nuestro alrededor y vemos como crecemos y como van cambiando las cosas. Lo que antes era extremadamente divertido se queda en un "bueno", lo que antes era terrorífico se nos acaba quedando en un "¡qué cosa más fea!", a los que considerábamos nuestros amigos se quedan en simples amiguetes o compañeros, con lo que jugábamos o lo que veíamos se quedan simplemente en "cosas de niños", las peleas chico-chica ahora pasan a ser un "te quiero", las peleas de hermanos se acaban echando de menos, lo que nos resultaba muy difícil en el colegio ahora nos resulta pan comido, las heridas que teníamos eran solo físicas, caídas y golpes, y muchas cosas que nos parecían inalcanzables, solo algunas, logramos poder alcanzarlas...

Pero los peores golpes se van recibiendo mientras uno va creciendo a medida que nos vamos dando cuenta que todo lo que tenemos alrededor no es ni "Happy World" ni "Cachi piruli piruleta". Y las decepciones amorosas, familiares, económicas, escolares, amistosas que nos llevamos... muchos sueños e ilusiones rotas. La pérdida de amistades y el darnos cuenta que realmente son pocos los verdaderos amigos que poseemos; y que esos pocos, que por situaciones tan típicas, como el acabar a muchísimos kilómetros de distancia entre uno, acaban por difuminar y deteriorar la amistad que hubo una vez. Y nos vamos dando cuenta que nos vamos quedando solos, solo, con uno mismo y con sus miles de recuerdos a recordar que lo único que hacen son provocar una gran nostalgia y darnos a pensar que tiempos pasados fueros mucho mejores.

Luego está el tema del dichoso amor... Enamorarse de la persona equivocada, ilusionarse con alguien pero que la DICHOSA distancia destroce cualquier esperanza o posibilidad, el no sentirse querido por los demás (pero no necesariamente ese mismo "querer"), el deseo de experimentar y de conocerlo, el no atreverse a intentar nada, el miedo por el qué dirán... Que los príncipes, princesas, ¡o lo que sea!, azules no existen.

Y luego está ese tiempo vacío... Días de verano en el que no se hace nada de provecho, en donde te asfixias de calor, en donde los días pasan y te sienten culpable por no estudiar lo que debieras, en donde te sientes solo y llegas a echar de menos las clases. Días vacíos, que te dan a pensar que eres un completo inútil y en donde el aburrimiento abunda por todos los lados, en donde te hartas de las cosas que parecían imposiblemente aborrecibles. ¿Qué estoy haciendo con mi vida?, llega a pensar uno. Demasiado tiempo libre... tiempo libre para pensar, rayarse y echar muchas cosas del pasado en falta. Tiempo para pensar en lo desdichado que es uno, y que visto lo visto las cosas no cambiarán demasiado a mejor.

Lo prometido es deuda, pero... os debo una entrada muy importante en donde comentaré lo sucedido de Túnez hasta ahora.