Si te dijera que
te quiero, ¿qué me responderías?
Quiero sincerarme en el silencio, explicar todo esto que yo siento. Nada es seguro, eso es lo más cierto. Herido y enredado entre mil telas e hilos, ¿qué puede esperarse de mí que ya no creo? Agonía, angustia y avaricia; considerarse un grandísimo egoísta. Abandonar a la primera de cambio, sin siquiera plantearlo, aún menos intentarlo. Un amor prohibido, otro imposible, otro último de lo más dañino; todos ellos fueron simples complicados fallos, algo difusos, ya enterrados.
Un chico cobarde y con miedo fue caminando, oculto en delirantes y falsas fantasías de ensueño. Un corazón arrugado que grita de terror, una sonrisa congelada y falta de ilusión. Pero
ojos azulados hacen soñar, mas pensando que es aún más posible esta nubla realidad. Posibles dados por imposible, y miedos que arañan en lo más profundo del alma, impidiendo la paz. Profundidades tempestuosas me hacen derribar, y sentirme desplazado tras un muro de cristal.
Lo posible es imposible cuando nos ponemos a exigir, un mundo prefabricado y sencillo de vivir. Pero la verdad es que nada se puede conseguir, pensando y sólo soñando sin saberlo demostrar. Que aunque incrustado te tenga en lo más hondo del corazón, sin palabras, sin sentimientos ni esperanza, cierro el camino de esa posible felicidad.
Lo repetiré las veces que haga falta, te lo digo y lo vuelvo a repetir: cariñosos deseos dispuestos a compartir, escudados tras un fría barrera de inquebrantable material. Un corazón confuso, y dos partes bien diferenciadas, llora en el amargo silencio de una permitida imposibilidad. Miedos, fallos, recuerdos y demasiadas tonterías; dolores, penas, tristezas y aterradoras pesadillas; siguen torturándome, y paralizando encerradas emociones, y asaltando en mi cabeza innumerables dudas y cuestiones. ¿De qué manera decir lo que nunca supe decir? ¿Estrechar fuertes lazos de una falsa realidad? ¿Arrojarse hacia un vacío infinito de dudosa utilidad?
¡Acállese esta voz interior que me hace desesperar!, y entiéndaseme lo que siento sin llegarlo a revelar. Sonrisas, caricias y dulce mirar; ¿debiera, quizás, arriesgarme y prepararme a sollozar? La cuenta atrás ha comenzado, y a la recolección de valor tiempo le ha faltado.
Sencillo es pensarlo, difícil es llevarlo a cabo... Ante lo posible cabe el miedo, la duda y el desagrado.
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